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Ignacio Gonzalvo

La ley de lenguas

La ley de lenguas

Más problemas.

No tengo claro si con la ley de lenguas de Aragón vamos a satisfacer los derechos de los hablantes de nuestras lenguas minoritarias, vamos a laminar las modalidades lingüísticas propias de las que habla nuestro Estatuto, vamos a meternos en más gastos y en el peor momento, a crear puestos de trabajo privilegiado de profesores y traductores para los hablantes de esas lenguas, a crear líos toponímicos con la rotulación de nuestras poblaciones, a abrir una puerta más amplia aún para las reivindicaciones de nuestros vecinos; nada de eso o todo a la vez.

Mucho me temo que vamos a solucionar pocas cosas y a crear muchos más problemas, o a facilitar que otra gente, que estaba esperando la ocasión, nos los cree, y si no ahora, dentro de muy poco tiempo. 

Artículo escrito por Isabel Fernández Ruíz

De reyes y coronas

De reyes y coronas

Uno podría estar dispuesto a entender que La Vanguardia, en un momento de movilización catalanista, quiebre su tradicional buen hacer y escriba del "rey Pere II el Gran", que nunca existió como tal soberano, sino como Pedro III de Aragón o I de Valencia. Pero resulta sorprendente que, a propósito del hallazgo de la tumba intacta del mencionado monarca en el monasterio tarraconense de Santes Creus, los medios de comunicación madrileños confundan los términos y se refieran en sus ediciones digitales a la "corona catalano-aragonesa".

El denodado esfuerzo que el nacionalismo periférico viene haciendo por reescribir la historia a su gusto (la versión adulterada ha sido ya asimilada por gentes con poco seso o mala intención) empieza a dar sus frutos, a lo que se ve, incluso en sectores muy alejados de él, lo que resulta muy preocupante. Uno de los responsables de este desaguisado histórico es el militante de ERC Joan Manuel Tresserras, consejero de Cultura de la Generalitat. Su afición por el expolio político y cultural es verdaderamente notable. Además de ser un activo opositor a la devolución de los bienes eclesiásticos, quiere convertir en nación todos los territorios en los que se habla catalán, incluído el Aragón oriental.

Artículo publicado en Heraldo de Aragón por Jesús F. Frago

 

De Pilatos al nacionalismo

De Pilatos al nacionalismo

Nadie pide a la jerarquía vaticana que aplique al obispo de Lérida la literalidad del Evangelio ("si tu mano te escandaliza, córtala"), pero sí un poco de rigor para que éste cumpla las sentencias de los tribunales eclesiásticos.

En el tema de los bienes aragoneses ilegalmente retenidos en la ciudad catalana, hay una curiosa variedad de personajes o tipos. Están los listos, que son las autoridades civiles vecidas. Su voracidad e incongruencia (bien engrasadas por el victimismo nacionalista) les llevan a negar a los demás (las obras de arte sacro) aquello que reclaman y consiguen para sí (los papeles de Salamanca). Están luego los panolis, con perdón por el vulgarismo. Encontramos unos cuantos en la sede del Gobierno aragonés, donde siempre se creyó que las buenas relaciones con la Generalitat resolverían el problema. Y en la curia ilerdense y en Roma abundan finalmente los indolentes, que se comportan como Pilatos. Tienen capacidad de decidir, pero al lavarse las manos como el prefecto romano permiten que se perpetúe la injusticia. A la que ahora quieren añadir la ofensa de enviar a Filadelfia los bienes de otros. Buen ejemplo.

Artículo publicado en Heraldo de Aragón por Jesús F. Frago

¿Museo diocesano de Lérida?

¿Museo diocesano de Lérida?

El Museo en el que están retenidas las piezas artísticas de las parroquias de Aragón oriental no se creó, como algunos sostienen interesadamente, en 1893.

El abogado Joaquín Guerrero, en un artículo que publicó el pasado 28 de mayo en Heraldo, afirma que "un ilustre zaragozano quiso visitar el Museo (de Lérida) y supuso que siendo sacerdote estaría exento de abonar entrada, pero le desengañaron; puesto a seguir probando alegó su condición de periodista y recibió idéntica respuesta: o pagaba o no entraba. ¿Se fundará la negativa a la devolución de lo ajeno en que ’la pela es la pela’?.

Ese zaragozano soy yo (Juan Antonio Gracia), que visité el llamado Museo Diocesano y Comarcal de Lérida el 10 de mayo y hube de pagar entrada a pesar de mostrar mi condición de sacerdote y periodista. "Es la primera vez que en un museo diocesano español se me exige el pago", dije a la amable señora que me atendió. Luego pensé que tal vez fuera correcto que se me tratara como a cualquier ciudadano. Al fin y al cabo, el recinto que visitaba no era en realidad un museo diocesano. Diré más: el Obispado de Lérida nunca tuvo, ni antes ni ahora, un museo diocesano.

Repasemos la historia. Aunque, desde diversas instancias civiles y eclesiásticas catalanas se ha repetido hasta la saciedad que el Museo Diocesano de Lérida se inauguró el 8 de febrero de 1893. Eso es absolutamente falso. Ese ha sido el argumento clave para que los bienes de las parroquias aragonesas no salgan de donde están. Pero insisto en que es una falsedad. Todo lo que hubo en esa fecha fue la decisión del obispo Messeguer de reunir en el Seminario ilerdense piezas procedentes de las parroquias de la diócesis que constituyeran una sección práctica de la cátedra de Arqueología Cristiana.

Lo que escribo es tan ajustado a la verdad que, en septiembre de 1996, el obispo Malla elaboró un documento en el que escribía textualmente: "No consta un decreto formal escrito de constitución del Museo como entidad con personalidad jurídica propia, distinta de la Diócesis o del Seminario. Al parecer, también en otras diócesis se procedía de la misma manera. Se constituía de facto el Museo, sin ningún decreto escrito". Por lo tanto, nunca existió jurídicamente el tal Museo Diocesano y el que se supone como tal no puede tener capacidad patrimonial.

Dejando el pasado, el presente muestra que la Iglesia ilerdense no tiene hoy un Museo Diocesano propio, suyo, de su exclusivo dominio. El que se considera así se denomina "Diocesano y comarcal" e inició su andadura el 6 de mayo de 1988. Ese día, el presidente de la Generalitat, el alcalde, el presidente de la Diputación, el presidente del Consejo Comarcal del Segriá y el obispo firmaron un convenio para la instalación, en concepto de depósito, de las piezas artísticas en un mismo edificio, propiedad de la Diputación Provincial, que las autoridades civiles signatartias se comprometieron a habilitar para Museo Diocesano y Comarcal. Fue inaugurado en noviembre de 2007. En el documento fundacional consta que la propiedad del edificio de dicho Museo es de la autoridad civil y que la gestión del mismo queda en manos de un Consejo Director.

¿Le parecerá impertinante al lector la pregunta que encabeza este artículo?

Artículo publicado en Heraldo de Aragón por Juan Antonio Gracia

Bicentenario: memoria e indiferencia

Bicentenario: memoria e indiferencia

Entristece comprobar cómo transcurre en España el bicentenario de acontecimientos relacionados con la guerra de la Independencia, en el supuesto -no tengo la certeza absoluta- de que aún la llamen así los libros de texto. Si algo caracteriza el asunto es el desinterés institucional y el carácter local, casi privado, de cada acto. Un ayuntamiento, un colegio, un grupo de aficionados a la historia de su pueblo, convencen a las autoridades, consiguen una modesta financiación y, a fuerza de entusiasmo y tesón, la iniciativa sale adelante; La Albuera, Bailén, La Coruña. O no sale. A veces tropieza con muros de incomprensión o recelo. A no pocos imbéciles, recordar batallas les suena a militarismo, y recelan de una Historia que ni conocen ni les importa. Otros, los perspicaces, intuyen que esas cosas crean ambiente y dan votos. Entonces se adhieren al proyecto, a veces -seamos justos- con sincero entusiasmo. Pero esto suele ocurrir a escala local. Más arriba, las cosas cambian. Por lo común, para que haya apoyo económico e institucional, el ayuntamiento debe estar regido por el mismo partido político que gobierna la comunidad correspondiente. Si no, la respuesta suele ser la indiferencia más absoluta, se trate de la guerra de la Independencia o de la guerra de las Galaxias. Y del Estado, que les voy a contar, Ni está ni se le espera. Sobre la comisión para el bicentenario, que con tanta pompa presentó en su momento, huelgan comentarios. A su curriculum y actividades me remito.

Luego viene la mala fe y la mezquindad de cada cual. Ejemplo fresco es Gerona: escenario, con Zaragoza, de una de las más tenaces y heroicas defensas contra los franceses. Estos días se puede visitar una exposición que pasa de puntillas por la figura del general Álvarez de Castro y apenas menciona la guerra peninsular. La pasmosa lectura del asunto es que aquello fue un episodio menor de las relaciones bilaterales entre Cataluña y Francia, que la ciudad mejoró una barbaridad bajo la ocupación -casi liberación- napoleónica, y que los oprimidos -por España- payeses y ciudadanos gerundenses se vieron obligados por los militares españoles a defender la ciudad contra su voluntad y sus intereses, en una guerra tonta que ni les iba ni les venía. Poco más o menos. Con un catálogo de la exposición, además, publicado sólo en catalán, con un resumencito al final en francés, inglés y castellano. Para que no haya dudas al respecto.

Con otro asedio ha habido más suerte. En Zaragoza, donde el carácter nacional de aquella guerra no lo discute nadie, la conmemoración del primer sitio francés fue espléndida. Incluyó una recreación histórica que, al principio, el ayuntamiento veía con recelo. Sacar uniformes de época, banderas y fusiles a la calle le parecía un alarde militarista y patriotero. Ahora, a la vista del éxito de público obtenido -20.000 personas, y la gente encantada-, ha decidido hacerse cargo del asunto el año que viene, sin complejos. Y es que no hay como los votos para revisar conceptos. Otro caso de respuesta popular ha sido el de Medellín, que este año se volcó en el recuerdo de una batalla que, en 1809, costó allí 8.000 muertos a los españoles. Su memoria se honró como Dios manda, gracias a la iniciativa de un humilde profesor de instituto que convenció a sus paisanos. Colaboraron el ministerio de Defensa -que siempre ayuda cuando se lo piden- y las asociaciones napoleónicas. Hoy, un monumento a la paz y a la memoria señala, al fin, ese campo de batalla.

Como ven, pese a todo, hay gente que no se rinde, y arrastra a otros en el sueño de recobrar su memoria histórica, la de todos, borrada por siglos de estupidez e incultura. Un acicate perfecto para que los jóvenes se interesen por libros y museos. Por la huella de lo que fueron y la clave de lo que son. Hay que agradecer ahí el trabajo dignísimo, entusiasta, que hacen las asociaciones napoleónicas españolas; que con sus grupos de recreación histórica, en compañía de aficionados ingleses y franceses, reconstruyen los escenarios en espectáculos brillantes y emotivos. Dan así una lección de Historia viva, y rinden homenaje a los miles de compatriotas que lucharon y murieron en España hace doscientos años. Eso ocurrió en Somosierra el año pasado, gracias al tesón de la asociación de Voluntarios de Madrid; y se repetirá en Talavera dentro de dos semanas, cuando se conmemore la batalla que allí riñeron, en julio de 1809, españoles, ingleses y franceses. Un choque sangriento que acabó en tablas, con casi 15.000 bajas y un regimiento de caballería español, el del Rey, dando una carga sable en mano que los historiadores califican de "asombrosa". Con motivo del bicentenario se han dado allí conferencias y publicado cuadernos didácticos para escolares, se expone una estupenda maqueta que reproduce el lugar, y el domingo 21 de junio está prevista una recreación con tropas uniformadas de época en el campo de batalla. También habrá acto institucional. Esta vez hubo suerte. Como el ayuntamiento es del Pesoe, colabora la Junta de Castilla-La Mancha.

por Arturo Pérez-Reverte

publicado en XLSemanal nº 1.128 el 7 de Junio de 2009

Doble rasero

Doble rasero

La reacción del presidente aragonés, Marcelino Iglesias, de utilizar todas las medidas judiciales a su alcance para reclamar la devolución de los bienes religiosos retenidos por Lérida, es la adecuada y la que se le ha venido solicitando desde los ámbitos políticos y sociales. Tal vez se podrá criticar que debería haberlo hecho antes, aunque también hay que valorar que era necesario que los responsables eclesiásticos e institucionales catalanes y leridanos se retrataran para que nadie tenga dudas de su calaña. Al igual que los dirigentes políticos que no tienen ninguna vergüenza en rapiñar lo que no es suyo y en aplicar el doble rasero para lo que les interesa. No hay más que acordarse de lo que pasó con la polémica sobre el Archivo de Salamanca para que Cataluña recibiera los documentos que reclamaba. Claro que cuando el asunto les conviene cambian el discurso, como están haciendo con las obras de arte sacro, entre otros conflictos que tienen con sus vecinos. Y luego vienen los lamentos sobre su mala imagen y las críticas que reciben por su insolidaridad con el conjunto del país. Estos dirigentes han dejado claro su carencia de ética y de principios democráticos.

 

José Luis Valero

publicado en Heraldo de Aragón de fecha 14/12/09

  

Montilla y la Generalidad no respetan....

Montilla y la Generalidad no respetan....

 

PRESIDENTES EN APUROS

En el encuentro que mantuvieron los presidentes de Aragón y Cataluña, Montilla se mostró reticente a la devolución de los bienes de las parroquias de la diócesis de Barbastro-Monzón.

 

El pasado 27 de octubre, Heraldo de Aragón glosaba unas palabras de Marcelino Iglesias afirmando que los obispos de Lérida y de Barbastro-Monzón "tienen problemas"  (!) y que el Gobierno de Aragón y la Generalidad de Cataluña deberían "facilitar que se cumpla el decreto vaticano sobre la devolución de los bienes". Puede ser cierto, pero ¿quién tiene la culpa?. En la misma reunión en Tahull de los dos presidentes, Montilla sostuvo (vanamente por lo que sigue) que Cataluña y Aragón tienen el deber de respetar "lo que les une" y "lo que es de cada uno". Y añadió, un tanto cripticamente, que "tenemos el derecho de no estar de acuerdo en todo".  

A Montilla le faltó decir en qué no está de acuerdo puesto que sabe, como presidente de una institución pública, que las decisiones de los tribunales eclesiales con jurisdicción reconocida en España por tratado internacional son de ejecución forzosa y que cabría emplear la fuerza pública (incluso con nocturnidad) como se hizo con los papeles del Archivo de Salamanca con menor motivo, porque se hizo sin esperar sentencia firme.

En realidad, ¿qué insinúa Montilla?. Pues Montilla insinúa que seguirá oponiendose a la devolución aunque lo haga por persona interpuesta y subvencionada, cuando su deber es asumir el fallo de Roma y cooperar a la efectividad del acuerdo de devolución adoptado por los respectivos obispos y el nuncio.

La actitud del presidente catalán la encuentro lamentable por varias razones. La primera, porque Montilla se injiere en un asunto eclesial que no es, en absoluto, de la competencia suya. Segundo, porque Montilla debe saber que el Estado español está obligado a cooperar a que se cumplan los acuerdos de la Santa Sede en los temas concordados, como es el controvertido. Y tercero, porque esas opiniones envenenan la relación entre Cataluña y Aragón. Montilla debería comprender que la última palabra ya la pronunció Roma y que el Estado español, del que Montilla es representante ordinario en Cataluña, está comprometido, en asuntos concordados como ese, a actuar por todos los poderes públicos, incluídos los de Catalúña y Aragón.

Verdaderamente, al decir que "puede no estar de acuerdo", Montilla parece encubrir una pretensión apropiadora de bienes declarados ajenos y eclesiales. ¿Querrá Montilla alargar indefinidamente el conflicto y hacer aún más difícil cualquier aproximación entre vecinos?. Es una hipocresía hablar de diálogo e ignorar las decisiones definitivas y firmes que, después de tantos años, se dictaron por quienes podían hacerlo, aunque no estén bajo la jurisdicción de Montilla que, por ahora, no es jefe de ninguna Iglesia nacional.

Es difícil colaborar con la Generalidad si allí se cree que los bienes declarados en 1995 como afectos a la diócesis de Barbastro-Monzón deben quedarse en Lérida para podernos seguir hablando, que el Archivo de la Corona de Aragón les pertenece en exclusiva o que aquí tenemos la obligación de enseñar y aprender catalán en nuestras escuelas. ¿Sólo nos querrán si nos ponemos al servicio de lo que les aproveche?. Si Montilla no respeta competencias ajenas, se pone en riesgo de que no respeten las suyas.

El conflicto está degenerando en una lucha contra las autoridades eclesiales, no entre ellas. Si, a finales de junio, el obispo de Lérida firmó con el de Barbasto-Monzón y con el nuncio de Su Santidad en España un documento anunciando de consumo la voluntad de devolver los bienes, nada permite imaginar siquiera que haya cambiado ahora esa voluntad concorde. En Aragón, todos esperamos que nuestro presidente no siga el rastro de las palabras de su homónimo de la Generalidad; por muchas conversaciones que haya mantenido con Montilla, lo que luego sugiere éste no es de fiar.

¿Quiénes tienen un problema, las autoridades eclesiales conformes en resolverlo como manda Roma o las civiles que no comprendan que su deber constitucional y legal es el de cooperar a que el Estado ejecute la voluntad de Roma, tan pronto como aquellos obispos lo pidan?. Ahora que el Estado es aconfesional ¿querrá Montilla que la Iglesia dependa de la Generalidad?. 

 

Joaquín Guerrero Peirona (abogado)

publicado en Heraldo de Aragón de fecha 22/11/08

 

Vulcan 900 Custom

Vulcan 900 Custom

KAWASAKI VN 900 Custom

Rompiendo con la línea más clásica de los cruiser americanos, la ofensiva japonesa se está polarizando y junto a modelos de aire más monumental, encontramos ejercicios de estilo que retoman un aire más cercano al chopper. La Vulcan 900 Custom evidencia esa tendencia. Su zaga es musculosa y masiva, calzada con un 180, mientras que el eje delantero luce una llanta de 21”, todo un clásico del custom más radical. Kawasaki hace especial hincapié en este aspecto, pues a pesar de que algunos fabricantes ofrecen modelos con esa medida de llanta, lo cierto es que ésta es la primera en aleación que se ofrece en un modelo de serie.

El chasis de esta Vulcan 900 es de tipo Softail, con doble cuna en tubo de acero y un basculante con el amortiguador oculto, al estilo de las antiguas motos de chasis rígido. Las líneas de la carrocería son fluidas, casi rozando la morbidez, lo que contrasta con su parte delantera. Si la zaga resulta “gorda” y masiva, la delantera resulta algo más fina y está rematada con un manillar en doble T, que rompe la uniformidad del modelo. Como en todas las cosas que dependen de gustos, tal desequilibrio resulta cuando menos, desconcertante. Máxime cuando el guardabarros trasero se encuentra excesivamente separado de la rueda. Esto suele ser una constante que afea la trasera de multitud de motos custom, de modo que no vamos a cargar las tintas sobre este aspecto y pasaremos a valorar la moto en aspectos algo más objetivos.

El confort es bastante bueno. El asiento es ancho y con un mullido bastante acertado. Por otro lado su altura de asiento permite realizar las maniobras en parado con un mínimo de seguridad, ya que cualquiera con una talla media es capaz de llegar al suelo con ambos pies sin problema. Esto es un aspecto que en este tipo de motos ha de ser tomado en cuenta, ya que hablamos de una máquina de 250 kg en vacío…

Kawasaki VN 900 Custom

Una vez nos hemos adaptado a ella, resulta suave y fácil de llevar, aunque al llevar un 180 trasero y un 90 delantero, tendremos que hacernos a las reacciones de su parte ciclo: resulta estable, aunque más ágil de delante que de atrás, cuyo perfil de neumático es más reticente a tirar la moto en curvas. Una vez hemos interiorizado estas peculiaridades, la moto resulta aplomada y confortable, aunque no tanto como su hermana Classic, que ofrece una postura más relajada gracias a su manillar más ancho y fácil de llevar.

En el caso del pasajero encontramos un taco de aspecto poco prometedor, aunque cumple con su función, al menos para trayectos cortos. No llega a ser un fastback de esos que te escupen atrás a la mínima insinuación al puño, pero el pasajero hará bien si no afloja la presa sobre el conductor.

El corazón de la VN 900 es un bicilíndrico que entrega una potencia de 50 CV. Como es norma en este tipo de motos, la cifra de potencia no es para echar cohetes, pero debemos tener en cuenta que en estos casos no es la cifra de potencia máxima lo que manda, sino el par motor, que es el responsable de la respuesta del propulsor a bajas vueltas y en medios, que son las bandas de uso más habituales en el custom. Teniendo esto en cuenta, ya podemos avanzar un poco las sensaciones que nos va a ofrecer el motor de la VN 900.

Es muy suave y casi carente de vibraciones a bajas vueltas, lo que en el caso de los más puristas no es un punto a favor, se nota suficientemente lleno en bajos como para permitir una conducción clásica custom a bajas vueltas, aunque no ofrece la sensación de otros modelos de cilindrada superior. Conforme aumentamos el régimen de giro del motor, el sonido se va haciendo más presente y las pistonadas se definen, aunque por poco tiempo, ya que al acercarnos a su banda máxima, la vibración se acentúa y perdemos esa sensación de “motor vivo”. Las recuperaciones son buenas, sin ser fulgurantes y hemos encontrado los desarrollos del cambio demasiado cortos para nuestro gusto, pues consideramos que uno de los chistes del custom es circular en la marcha más larga posible y con el motor lo más bajo que nos permita, para disfrutar de ese “dum dum” grave y gutural de los escapes y dejar que coja revoluciones sólo con el acelerador, sin usar el cambio.

Con los desarrollos y el par disponible, la Vulcan cumple en este aspecto, aunque sin resultar espectacular. En autopista tiene su ritmo ideal a velocidades más o menos legales, pues además de que sus desarrollos son –como hemos comentado- un poco cortos, debemos tener en cuenta que no tiene ningún tipo de protección aerodinámica, de forma que a partir de 130-140 km/h vamos a sufrir un poquito con el viento. En carreteras de curvas amplias y despejadas es donde se encuentra a gusto, pues permite extraer sus bondades y trazar de forma fluida y suave, de curva a curva con ligeros roces de los estribos con el suelo. Si pretendemos forzar el ritmo vamos a encontrarnos con la férrea oposición de su chasis, ancho y largo –como mandan los cánones- que limita la dinámica de la parte ciclo, y obliga a abrir la trazada entre continuas rascadas de los estribos contra el asfalto, debido tanto a sus dimensiones como a su geometría, de dirección avanzada. Todo eso sin contar con la especial distribución de peso de las motos custom…

En resumen, se trata de una moto de estética más o menos discutible, pero que ofrece un comportamiento muy personal y una estética que combina toque modernos con un diseño de corte clásico y un poco agresivo.

artículo pubglicado en MotoViva nº 044, con textos de Patxi Mesa